miércoles, 23 de febrero de 2011

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Alejandro de Macedonia, más tarde Alejandro Magno (Fue llamado así por los romanos, pero nunca en vida), nació en Pella, Macedonia, en el año 356 ac. Fue hijo de Filipo II de Macedonia (dinastía de los Argéadas) y Olimpia de Épico



. Se cuenta que, el día de su nacimiento, se tuvo noticia en la capital de tres triunfos


Alejandro Magno es una de las figuras más legendarias de la humanidad, conquistó casi todo el mundo conocido

Alejandro Magno era un personaje valiente y arrojado, siempre en constante imitación de el que decía ser su antepasado Aquiles.

Alejandro Magno siempre combatía en primera línea, al lado de sus soldados, quienes se sentían motivados porque su rey combatía y tomaba los mismos riesgos que ellos

Alejandro Magno no fue el primer candidato al trono macedonio ya que su hermano Arrideo, fue el primer aspirante, pero esto no llagó más lejos debido a su deficiencia mental. La educación de los primeros años de Alejandro Magno corrió por cuenta de Leónidas, pariente de su madre, educándole físicamente. Por otro lado Lánice, sería su institutriz, quien le inculcó a Alejandro Magno el gusto por la lectura, de la cuál Alejandro Magno manifestó especial interés en "La Ilíada". Debido a que Alejandro Magno debía ser forjado para convertirse en un gran rey, Filipo II, decidió enviarlo a la academia de la ciudad de Mieza, y posteriomente fue puesto bajo la tutela de Aristóteles, quien continuó educando al pequeño Alejandro Magno a la manera griega. Aristóteles instruyó a Alejandro Magno en la geografía, la medicina, la poesía, la zoología y la botánica. Aristóteles siempre le recordaría a Alejandro Magno la moderación, el autocontrol y la generosidad, cualidades clave que lo llevarían a alcanzar la gloria como rey.
Paralela a su educación formal, Alejandro Magno era educado en las disciplinas militares y atléticas, al lado de sus amigos que en el futuro habrían de convertirse en sus generales y compañeros de batalla.


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Con un ejército compuesto por unos cuarenta mil hombres y el firme propósito de liberar las ciudades griegas sometidas por los persas, Alejandro atravesó el Helesponto en la primavera de 334 a.C., iniciando su marcha contra el Imperio persa y dejando su reino en manos de Antípatro. Precisamente la composición de su ejército, unida a su indiscutible talento como estratega y a la hábil elección de hombres capacitados y de confianza como generales, constituyó la clave de sus victorias.

Cuando arribó a tierras asiáticas, Alejandro inauguró una serie de acciones rebosantes de carga simbólica e ideológica, como su visita a la tumba del mítico Aquiles en Troya. Casi de inmediato se enfrentó a las tropas persas, que eran superiores en número, junto al río Gránico, obteniendo una rotunda victoria y enviando a Atenas trescientas armaduras de los vencidos como ofrenda a la diosa Atenea.
En su marcha hacia el interior, por Licia y Panfilia, llegó a Gordión en Frigia, donde se hallaba el célebre nudo que, según la leyenda, otorgaría el dominio de Asia a aquel que fuera capaz de deshacerlo. Alejandro lo resolvió cortándolo con un golpe de espada, incorporando otro acto repleto de simbolismo a sus acciones de confirmación y alarde de su poder y de legitimación de sus ambiciones. A través de Capadocia dirigió su ejército hacia Siria, alcanzando en la región de Cilicia la ciudad de Tarso, donde se vio retenido por una grave enfermedad. Pero apenas se hubo restablecido continuó con la conquista de las ciudades próximas, como Solos y Malos.


Encaminándose hacia el norte de Siria, en el otoño del año 333 a.C. llegó a enfrentarse con el propio rey aqueménida, Darío III, en Issos. En esta batalla infligió una nueva derrota a las tropas persas, obligando al gran rey a retirarse más allá del Éufrates y quedando a su merced el campamento en el que se encontraba la familia real: la esposa, los hijos y la madre de Darío.

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